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El día 17 de Septiembre se celebra la Jornada Mundial sobre la Seguridad del paciente.

La Seguridad del Paciente es hoy en día una cuestión que impacta de lleno en las personas, las organizaciones y los Sistemas de Salud en dimensiones tan importantes como la salud, la calidad de vida y los costes de la atención de salud. Consideraciones éticas aparte, el impacto económico de no tomarse en serio la Seguridad del Paciente adquiere unas dimensiones que justifican el priorizar políticas, estrategias y acciones para una atención de salud más segura. Reducir la Seguridad del Paciente a palabras bien sonantes o meras declaraciones de intenciones sin acciones claras, concretas y definidas es algo que en pleno siglo XXI no nos podemos permitir.

Invertir en Seguridad del Paciente, aparte de los aspectos relacionados con las consideraciones éticas relacionadas con el hecho de proporcionar una atención de salud segura y evitar daños prevenibles, es sin lugar a dudas una muy buena inversión.

En este sentido, un reciente documento de la Organización para la Cooperación y  el Desarrollo Económico (OCDE) ,   Slawomirski, L. and N. Klazinga (2022), “The economics of patient safety: From analysis to action”, OECD Health Working Papers, No. 145, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/761f2da8-en, aporta interesante información que reproducimos y contextualizamos a nuestro Sistema de Salud:

  • Más de 1 de cada 10 pacientes sigue sufriendo daños por fallos de seguridad durante su atención de salud.
  • En todo el mundo, la atención sanitaria insegura provoca más de 3 millones de muertes al año.
  • La carga sanitaria de los daños evitables  en atención de salud (eventos adversos)  se estima en 64 millones de años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD) al año, una cifra similar a la del problema del VIH/SIDA.
  • La mayor parte de esta carga se deja sentir en los países de ingresos bajos y medios (PIBM).
  • Estimaciones recientes sugieren que hasta 4 de cada 100 personas mueren en el mundo en desarrollo a causa de una atención sanitaria insegura.
  • La atención sanitaria insegura también tiene elevados costes financieros y económicos.
  • En los países desarrollados, el coste directo de tratar a pacientes que han sufrido daños durante su atención de salud representa alrededor del 13% del gasto sanitario. Si se excluyen los fallos de seguridad que pueden considerarse como no ser evitables, la cifra asciende al 8,7% del gasto sanitario. Esto supone 606.000 millones de USD al año, algo más del 1% de la producción económica conjunta de los países de la OCDE.
  • La carga económica y social indirecta de la atención insegura es aún mayor, y ejerce un freno nada desdeñable sobre la productividad y el crecimiento.
  • Sobre la base de la disposición a pagar, el coste social de los daños a los pacientes puede valorarse entre 1 y 2 billones de dólares al año.
  • Un enfoque basado en el capital humano sugiere que la eliminación de los daños podría impulsar el crecimiento económico mundial en más de un 0,7% al año. Esta cifra, aparentemente pequeña, ascendería aproximadamente a 118 billones de dólares en el período comprendido entre los años 2000 y 2020.
  • Los gobiernos, los sistemas sanitarios y los proveedores tienen el deber de proteger a los pacientes y al público de los daños innecesarios  
  • Pasar del análisis a la acción exige decisiones sobrias y racionales sobre cómo definir e implementar estrategias, programas e intervenciones de seguridad en en un contexto de recursos limitados para generar el máximo valor y rendimiento de la inversión (ROI) en todo el sistema.
  • La mejora de la Seguridad del Paciente  requiere un planteamiento que abarque todo el sistema, ya que el valor se crea aplicando e invirtiendo en intervenciones que se refuercen mutuamente dentro de un marco político que abarque todos los estratos del sistema sanitario (ver figura).

  • Los cimientos de la resiliencia del sistema y de la capacidad de minimizar los daños se encuentran en una sólida gobernanza de la seguridad, una infraestructura de la información del siglo XXI y una dotación de personal suficiente con unas plantillas capacitadas para gestionar los riesgos de seguridad en entornos complejos y dinámicos, que trabajen en una cultura de la seguridad solidaria y justa que valore el aprendizaje y la mejora continuos.
  • Las agencias nacionales o regionales  con objetivos bien definidos pueden ser recursos  poderosos para mejorar la seguridad de los pacientes mediante una mejor gobernanza, supervisión y apoyo de todos los agentes del sistema sanitario. Es una inversión que merece la pena en la mayoría de los contextos.
  • Las tecnologías digitales pueden reducir los daños mejorando la información y la comunicación. Representan un buen retorno de la inversión (ROI) al margen, y a medio plazo si se aplican con eficacia y como parte de una estrategia nacional global.
  • A nivel clínico, las evidencias  más sólidas apuntan a intervenciones dirigidas a la prevención de infecciones, coágulos de sangre (TEV), lesiones por presión y caídas. La reducción de estos daños representa la mayor rentabilidad. Por ejemplo, cada dólar invertido en estrategias de probada eficacia para prevenir las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria se multiplica por 7. También está demostrado que una mejor comunicación, sobre todo en los momentos en que los pacientes pasan de un entorno asistencial a otro, reduce los daños a un coste relativamente bajo.
  • La atención centrada en el paciente, la mejora de los conocimientos sanitarios y la concienciación personal sobre los riesgos son elementos importantes de cualquier estrategia de minimización de daños. Esta estrategia debería atraer inversiones a nivel organizativo y del sistema.
  • Los enfoques multimodales y sistémicos pueden ser eficaces incluso en sistemas sanitarios complejos y fragmentados. Por ejemplo, se calcula que el Programa de Reducción de Complicaciones Adquiridas en el Hospital (HAC) de Medicare en los Estados Unidos ha salvado 25 000 vidas y 7 700 millones de dólares en 3 años.
  • Es necesario alinear mejor la gestión de riesgos clínicos, corporativos y profesionales en todo el sistema. En la actualidad, el impacto y los costes totales de los daños no se tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre la mejora de la seguridad. Además, en los sistemas sanitarios complejos y fragmentados, las repercusiones profesionales y económicas de un fallo de seguridad se dejan sentir la mayoría de las veces a lo largo del recorrido del paciente  en el Sistema de Salud y no solo  en el lugar donde se ha producido el fallo. Mejorar la seguridad será más difícil si no se aborda esta cuestión.
  • Actuar sobre la Seguridad del Paciente requiere liderazgo y comunicación, voluntad política e inversión. La transparencia en todo el sistema sanitario también es esencial para empezar a mejorar la seguridad y reducir los daños. Esto sólo puede lograrse invirtiendo en una infraestructura de información moderna, pero también depende de una gobernanza sólida, la rendición de cuentas y un liderazgo proactivo.
  • El análisis es claro: la atención insegura mata a millones y perjudica a decenas de millones de personas cada año. También supone un gran coste económico para los sistemas sanitarios y la sociedad, pues consume valiosos recursos que podrían destinarse a otros usos productivos. Gran parte de esto puede evitarse mediante una acción concertada y una inversión adecuada. Ha llegado el momento de actuar.

Hay argumentos suficientes para afirmar que cuanto más tiempo los Sistemas de Salud y las organizaciones sanitarias tarden en tomarse en serio la Seguridad del Paciente, más repercusiones van a tener los eventos adversos en la salud y calidad de vida de los usuarios del Sistema de Salud, y más costes van a tener en la economía de los pacientes y sus entornos, las organizaciones sanitarias, los Sistemas de Salud y para toda la Sociedad.

¡¡Feliz Jornada Mundial de la Seguridad del Paciente!!

 

Joan Enric Torra i Bou

 

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