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Sin lugar a dudas las lesiones por presión (LPP) son junto a otras lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia (LCRD) unos de los eventos adversos (EA)  más frecuentes  relacionados con los cuidados,  a la epidemiología me remito, aunque paradójicamente se disponga de escasa información acerca de los mismos dentro de los indicadores de seguridad del paciente (SP), muchas veces con la excusa de que no tenemos tiempo para calcular la incidencia.

Hoy en día la seguridad del paciente, es al menos en teoría, un atributo imprescindible para el sistema de salud y para todos los actores implicados en el mismo, los profesionales, las instituciones y, los sistemas de salud, así como, los pacientes.

En lo que hace referencia a las lesiones por presión y a las lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia, con demasiada frecuencia se confunden términos a la hora de considerarlos como un problema de seguridad del paciente, así, tal como comentamos en otro post, es en cierta manera un reduccionismo, ya que aunque estas acciones forman parte de la Seguridad del paciente no la conforman en su totalidad.

La triste realidad es que en muchos casos se considera el abordaje del problema de las LPP y las LCRD  en las instituciones como un problema de seguridad del paciente por una mera cuestión estética, por que queda o suena bien, o por que que la seguridad del paciente es un concepto biensonante que está de moda, es decir, por estética.

También en no pocas ocasiones, en algunas instituciones se habla de las lesiones por presión y lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia como un elemento de Seguridad del Paciente, pero aparte de hablar y de hacer declaraciones grandilocuentes, no se definen políticas ni acciones definidas frente a las mismas, es decir, no se va más allá de la dialéctica.

 

“Cómo toda en la vida exige, ello exige continuidad, tomar decisiones, tesón y dinero, en algunos casos mucho dinero, pero sin lugar a dudas es una inversión que vale la pena y que seguro que sale a cuenta…. tanto para los pacientes, como para los profesionales, las instituciones de salud, el sistema de salud y la sociedad”.

 

Por más que se quiera quedar bien con la estética o la dialéctica y no se vaya más hacía delante, las LPP y las LCRD siguen allí y nos enfrentamos ante cuestión eminentemente ética, ¿se hace todo lo posible para evitar eventos adversos como las lesiones por presión y lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia? que en algunos casos pueden tener serias repercusiones en la salud y la calidad de vida de quienes las sufren, amén de importantes costes para  quienes las sufren, las instituciones y el Sistema de Salud.

Bajo el punto de vista de la táctica, es decir,  poner en marcha todas las estrategias y acciones necesarias para conseguir que bajo la óptica y la filosofía de la seguridad del paciente, se pueda reducir al máximo la ocurrencia de las LPP y las LCRD como EA, es muy importante tener en cuenta toda una serie de elementos que actúan de manera inter relacionada, los cuales son aplicables tanto a las lesiones por presión y a las  lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia como al resto de eventos adversos; entre estos elementos podemos destacar:

  • Ser conscientes que somos humanos y que podemos tener errores.
  • Saber reconocer y aprender de los errores.
  • Ser inconformistas con los errores, romper moldes y no perpetuar errores.
  • Contar con instituciones posicionadas y gestionadas cara a la seguridad del paciente.
  • Disponer de políticas institucionales en relación a la seguridad del paciente explícitas y decididas.
  • Empoderar a profesionales líderes en la seguridad del paciente y trabajo en equipo.
  • Crear, mantener y dinamizar contextos clínicos y organizativos que faciliten la seguridad del paciente.
  • Disponer de una adecuada cantidad de recursos humanos con la formación científico-técnica adecuada para conseguir las máximas cotas posibles de seguridad del paciente.
  • Crear contextos que incentiven la motivación y la proactividad de los profesionales de la salud en la seguridad del paciente.
  • Definir instrumentos y registros asistenciales concordantes con la política institucional de seguridad del paciente.
  • Disponer de una evaluación continua con información en tiempo real acerca de los eventos adversos.
  • Efectuar un análisis de la casusas de los eventos adversos y tomar decisiones acerca de su causalidad.
  • Promover y definir contextos de práctica segura basada en la mejor evidencia posible.
  • En último lugar, y no por ello menos importante, disponer de los recursos materiales necesarios para conseguir los máximos niveles de seguridad del paciente que sean adecuados en cuanto a sus prestaciones, efectividad y dotación.

Y todo ello 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año en todos los espacios asistenciales en los que hay personas que necesitan cuidados y que están en riesgo de desarrollar lesiones por presión (LPP) y otras lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia (LCRD) así como el resto de eventos adversos.

Cómo toda en la vida exige, ello exige continuidad, tomar decisiones, tesón y dinero, en algunos casos mucho dinero, pero sin lugar a dudas es una inversión que vale la pena y que seguro que sale a cuenta…. tanto para los pacientes, como para los profesionales, las instituciones de salud, el sistema de salud y la sociedad.

Y en seguridad del paciente, en lesiones por presión y lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia, que cada institución reflexione y valore en dónde está, en la estética, en la dialéctica o en la táctica, y que relacione su posicionamiento con la ética.

Lo que realmente no es ético es quedarse en la estética y en la dialéctica, es decir, en las palabras, los gestos y los brindis al sol, o lo que sería lo mismo, utilizar en vano e instrumentalmente el concepto de seguridad del paciente y todo lo que ello conlleva y a lo que compromete, y no emprender las tácticas adecuadas encaminadas a asegurar el cumplimiento del objetivo de unas máximas cotas de seguridad del paciente.

Y esta ética, además de a los profesionales que están al lado de los pacientes, atañe y es responsabilidad de  todos, también a quienes están en niveles de planificación de salud, en la gestión asistencial,  en la gestión de la calidad asistencial, en la gestión de los  recursos humanos y  también en la gestión de los recursos materiales.

 

Joan Enric Torra-Bou

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