Nos guste o no nos guste, esta es una película basada en una historia real. Y, como tantas otras, empieza en un escenario crítico para la prevención de úlceras por presión en urgencias, donde cada detalle importa y cada descuido puede transformarse en un evento adverso evitable.
Sinopsis:
Hace escasamente un mes tuve la oportunidad de acompañar a un familiar a las estructuras de urgencias de nuestro sistema de salud. Como buenos ciudadanos empezamos en un servicio de urgencias de atención primaria, allí pudimos constatar la realidad del día de la prevención de las lesiones por presión (LPP): una magnífica colchoneta de espuma viscoelástica protegida por un duro plástico transparente que interfería totalmente en la efectividad preventiva de la misma. La intención era buena, pero su efectividad más que dudosa.
Ante la sospecha de una neumonía atípica, y para confirmar diagnóstico, fuimos referidos a nuestro hospital de referencia, un hospital de tercer nivel, concretamente, según la revista Newsweek, el primer hospital del estado y el quinto de Europa en el ranquing de hospitales inteligentes de Europa y un centro comprometido y acreditado con las BPSO (Best Practice Spotlight Organizations) para la excelencia en los cuidados de la RNAO. En la consulta de “triage” de urgencias y un hermoso cartel, con un llamativo QR incitaba a declarar los eventos adversos a “priori”, otra ¡¡Buena señal!!.
“Lo que revela esta historia sobre la prevención de úlceras por presión en urgencias”.
La situación en urgencias era tranquila, el tiempo atmosférico apacible y la tranquilidad de un Domingo por la mañana se traducían en un Servicio de Urgencias sin saturación y sin pacientes acumulados en camillas en los pasillos. De acuerdo con el bajo nivel de nuestra urgencia fuimos derivados a un área de observación con varios pasillos de boxes en los que dos camillas compartían cada box. La dotación de enfermería en nuestro pasillo parecía adecuada y el ritmo de trabajo aceptable. A las dos horas nos hicieron la pertinente placa y analítica y ya vislumbrábamos una estancia corta en urgencias para volver pronto a casa.
Por estas cosas que uno nunca entenderá, más en un día tranquilo en urgencias, pasaron 8 interminables horas sin ningún tipo de información hasta que la doctora confirmó una neumonía que requería tratamiento antibiótico domiciliario y 4,5 horas más, hasta que a las 2 de la mañana pudimos salir de alta hacia casa (luego hablamos de humanización, eficiencia, respeto, calidad). En las casi 15 horas que pasamos en el box compartimos la espera con tres pacientes diferentes.
El último paciente es el que da nombre a nuestra película, “Ha nacido una úlcera por presión”: Se trataba de una persona anciana, procedente de una residencia, con un estado confusional y agitado, totalmente dependiente y portador de pañal de incontinencia.
Durante las siete horas en las que compartimos box con este paciente, éste en ningún momento recibió una valoración de la integridad de su piel ni de su riesgo de desarrollo de LPP, obviamente no recibió cuidados preventivos locales con AGHO o productos barrera para su zona de incontinencia y mucho menos cambios posturales, medidas de alivio local de la presión, o una SEMP acorde con su nivel de riesgo. Y no fue excusa para ello la falta de profesionales de enfermería o la sobrecarga de trabajo ni de no dotación de recursos.
Cuando pasadas las dos de la mañana nos fuimos de alta, de bien seguro que nuestro paciente presentaba algunos eritemas que pronto evolucionarían a LPP o DAI de categorías más severas. Y si no, ¡¡tenía todos los números!!
“La experiencia vivida demuestra que la prevención de úlceras por presión en urgencias sigue siendo una asignatura pendiente, incluso en centros acreditados y tecnológicamente avanzados.”
En el caso de que el paciente fuese a planta, tengo más que razonables dudas de que su lesiones “fuesen legalizadas”, es decir que apareciesen en algún registro y que alguien se empeñase en que no evolucionasen a más. Como mucho el paciente sería categorizado como prevalente al ingreso de LPP originadas en la residencia, ¡¡como si el servicio de Urgencias formase parte de la residencia o de un domicilio!! dejando impolutas las estadísticas e indicadores del tan ranqueado centro hospitalario.
Y si fuese devuelto a la residencia nos encontraríamos ante dos posibles escenarios
- En el (hipotético) caso de que la residencia tuviese una adecuada dotación de personal de enfermería y una política adecuada de cuidados, ¡alguien se llevaría las manos a la cabeza ante el fracaso de no pocos esfuerzos preventivos previos¡
- Y en el más que probable caso de una residencia sin una adecuada dotación de personal bien formado, nadie se daría cuenta de la situación hasta que el paciente tuviese una lesión de mayor gravedad, que de bien seguro tendría que ser tratada por la sufrida enfermería comunitaria a cargo de esta residencia.
Moraleja
Hoy muchas instituciones se van a hacer eco de la Jornada Mundial para la Prevención de las lesiones por presión, incluso colgarán cartelitos con la biensonante frase de que, “Las lesiones por presión son evitables en un 95% de casos”, harán gala de una Seguridad del Paciente de carteles y buenas intenciones, pero nulas acciones, y algunos de sus gestores se vanagloriarán de otra socorrida frase, ¡¡Nosotros no tenemos “lesiones por presión” y las que tenemos vienen de otras instituciones o de los domicilios!!
Hablar de Seguridad del Paciente implica asumir que la prevención de úlceras por presión en urgencias no puede quedar en meras declaraciones institucionales.
Si nos queremos autoengañar, nos autoengañamos, y para muestra dos botones: Una aproximación al impacto clínico y a la mortalidad del evento adverso lesiones por presión en los hospitales en España y Las lesiones por presión en España, ¡¡Un tema pendiente y acuciante!!
Ójala esta película fuese un hecho aislado, pero mucho me temo que nos enfrentamos ante una interminable serie….
¡¡Feliz Jornada Mundial para la Prevención de las lesiones por presión!!
Joan Enric Torra Bou


