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“Los cuidadores también tienen que ser cuidados, y de la misma manera que hablamos de la seguridad de los pacientes, es importante que hablemos de la seguridad y de la salud de los cuidadores.”

 

Desde que el ser humano es ser humano existen personas que cuidan al prójimo. La evolución de la humanidad ha ido pareja a la evolución y a la profesionalización de los cuidados, siendo la disciplina enfermera el máximo exponente profesional de los mismos.

En el entorno de la atención de salud y de la atención sociosanitaria,  además de los cuidados profesionales prestados por los equipos de enfermería formados por enfermeras y técnic@s en cuidados enfermeros hoy en día contamos con un recurso importantísimo e imprescindible, los cuidadores informales, a quienes hoy se les dedica la Jornada Mundial de los Cuidadores, una jornada para rendir homenaje y tributo a muchas personas que están  gran parte de las 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 al año al lado de sus seres queridos prestándoles cuidados.

Quienes tenemos el privilegio de haber podido hacer atención domiciliaria sabemos de primera mano la importante contribución que hacen los cuidadores en el cuidado de sus seres queridos, siendo muchas veces una extensión de nuestras manos y de nuestros ojos en el cuidado de sus allegados en el casi siempre mejor entorno que existe para los pacientes, su propio hogar rodeados de su familia.

De la misma manera que es del todo aceptable que alguien decida ser atendido en un entorno asistencial si sus circunstancias de salud así lo aconsejen, también es aceptable que los ciudadanos, en coherencia con su nivel de dependencia y estado de salud puedan ser atendidos en su propio domicilio, lo que además de impactar en su calidad de vida representa además un ahorro de recursos económicos y asistenciales para el Sistema de Salud, siempre falto de recursos.

Ahora bien, los cuidadores también tienen que ser cuidados, y de la misma manera que hablamos de la seguridad de los pacientes, es importante que hablemos de la seguridad y de la salud de los cuidadores y de los pacientes a quienes cuidan.

Cuidar a los cuidadores implica muchas cosas, por ejemplo, que reciban el soporte y el cuidado por parte de las estructuras y los profesionales de atención de salud, que se facilite su descanso o la búsqueda de fórmulas alternativas cuando claudican o la situación de salud de los pacientes empeora, que exista una cierta complicidad con ellos facilitando el contacto  preferente con las estructuras de atención de salud cuando lo requieran y un largo etcétera de elementos.

De otra parte, y bajo la óptica de la seguridad del paciente, además de buenas palabras y golpecitos en la espalda, los cuidadores requieren de recursos para poder cuidar de la manera más segura y eficiente a las personas que cuidan, es decir, contar con recursos como grúas, sistemas de transferencias y  camas clínicas para facilitar su trabajo y evitar en ellos daños por el manejo de cargas corporales así  como lesiones en los pacientes, dispositivos para evitar y mitigar las caídas accidentales, superficies especiales para el manejo de la presión, dispositivos locales para el manejo de la presión, ayudas para cambios posturales, ácidos grasos hiperoxigenados, productos barrera, productos para el cuidado de la piel en pacientes encamados y un largo etcétera de elementos, los cuales, paradojas del sistema, con demasiada frecuencia no son cubiertos por el Sistema de Salud y deben ser costeados por los propios entornos familiares que han optado por atender a sus seres queridos en los domicilios, sin olvidar también la necesaria formación, supervisión y soporte  por parte de la enfermería comunitaria y de los equipos de atención primaria en este cuidado compartido en los domicilios de los pacientes a través de sus  cuidadores.

Una vez más estamos hablando de dinero, pero les puedo asegurar que en este caso se trata de dinero muy bien invertido que va a servir para mejorar la salud y la calidad de vida de quienes cuidan a sus seres queridos en los domicilios, amén de su impacto en la salud y la calidad de vida de las personas a quienes cuidan.

No deja de ser una paradoja que el Sistema de Salud financie una parte de los recursos necesarios  para curar los eventos adversos relacionados con la integridad cutánea en pacientes domiciliarios (lesiones por presión, dermatitis asociadas a la incontinencia y otras lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia) y deje en los bolsillos de las familias y los cuidadores la posibilidad de disponer de recursos para la prevención de los mismos.

Esto no es ni ético, ni equitativo ni justo y no deja de ser un contrasentido y una incongruencia.

En la Jornada mundial de los cuidadores,

¡¡Muchas gracias y nuestro reconocimiento a los cuidadores por el ingente trabajo que realizan y por su ejemplo de amor, compromiso y solidaridad¡¡

 

Y una llamada de atención a los políticos y a los  gestores del Sistema de salud para que además de buenas palabras reconozcan y faciliten el  trabajo de estos miles y miles  de cuidadores, e indirectamente mejoren su  salud, calidad de vida y seguridad además de las personas a quienes cuidan dotándoles de los recursos que requieren para poder cuidar a los pacientes en los domicilios

No se puede hablar de seguridad del paciente si no se aborda de manera seria, decidida y con recursos el entorno en dónde hay un mayor número de pacientes con o en riesgo de desarrollar eventos adversos relacionados con la integridad cutánea, los domicilios, porque nadie se llame a engaño, estos pacientes también están recibiendo cuidados directos de salud  por sus cuidadores y de manera indirecta por parte del Sistema de Salud.

 

Joan Enric Torra i Bou

 

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