Skip to main content

“Una visión más amplia y realista de la Seguridad del Paciente nos permite relacionar la causalidad de los Eventos Adversos con su prevención y su abordaje, circunstancias que en la práctica real están íntimamente interrelacionadas.”

 

Existen diferentes posicionamientos institucionales ante la Seguridad del Paciente, una, ignorarla y tener una actitud de postureo sin ir más allá de declaraciones bien sonantes y cartelería varia, u otra integrarla en la cultura de la organización a todos sus niveles y con las consecuencias que ello conlleva en lo que se viene a llamar la Cultura de Seguridad del Paciente. El primero podría ser definido como una negligencia o temeridad amén de  una transgresión a aspectos básicos de la ética del cuidar.

Trabajar en una Cultura de la Seguridad del Paciente implica priorizar y poner en marcha esfuerzos en las instituciones de salud para evitar que los eventos adversos, errores íntimamente ligados a nuestra condición humana y al proceso de atención de salud,  se produzcan lo mínimo posible, y sobre todo que no se perpetúen.

En el proceso de atención de salud se pueden producir una gran cantidad de incidentes o errores no deseados, en situaciones que de acuerdo con la evidencia disponible son prevenibles y que no se corresponden con el curso habitual de los problemas de salud y que pueden producir importantes daños en quienes los sufren (salud, calidad de vida, autoestima) y en quienes están relacionados con los mismos (cuidadores, profesionales de la salud e instituciones).

“El objetivo de la Seguridad del Paciente es asegurar que todos los usuarios del sistema de salud reciben una atención segura en la que se minimiza al máximo el riesgo de que se puedan producir errores.”

 

En el caso de los eventos adversos relacionados con el cuidado de la integridad cutánea como pueden ser las lesiones por presión, dermatitis asociada a la incontinencia, otras lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia, desgarros o laceraciones cutáneas, complicaciones en heridas quirúrgicas, complicaciones en accesos vasculares, caídas accidentales…,  pueden tener serias consecuencias para quienes los sufren, por lo que en un entorno de Cultura de Seguridad del Paciente es imprescindible como mínimo, conocer acerca de su ocurrencia.

La notificación de eventos adversos es un requisito imperativo para poder cumplir con el objetivo de la Seguridad del Paciente que no es más que asegurar que todos los usuarios del Sistema de Salud reciben una atención segura en la que se minimiza al máximo el riesgo de que se puedan producir errores.

No notificar los eventos adversos significa o que no se tenga constancia de ellos, o que su constancia se reduzca a un pequeño círculo de profesionales, o aún más grave, que algunos no sepan identificar algunos eventos adversos, con lo que va a ser muy difícil, por no decir imposible, que estos se puedan evitar o perpetuar y que no se pueda aprender o tomar decisiones ante ellos,  con lo que se incumple con un requisito fundamental de la Seguridad del Paciente.

Llevo muchos años dedicándome a la prevención de un evento adverso llamado lesiones por presión (úlceras por presión), y puedo asegurarles que muchas veces he oído por parte de gestores y de profesionales asistenciales frases como:

“Nosotros no tenemos lesiones por presión” (Frase extensible a una gran cantidad de eventos adversos…)

“y las que tenemos se generan siempre fuera de nuestras paredes…..”

Permítanme en confianza comentarles, que ante afirmaciones de este tipo me surgen expresiones como.

“Ojos que no ven, corazón que no siente”

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”

“Autoegañarse y esconder la porquería debajo de la alfombra….”

Todo ello sería anecdótico si no nos encontrásemos ante un problema, evitable en muchísimos casos, que puede generar un enorme sufrimiento en quienes lo padecen, que puede afectar a su salud y en algunos costarles la vida, que puede tener serias repercusiones legales a profesionales e instituciones de salud,  que cuesta   mucho dinero a las instituciones y al Sistema de Salud, dinero que en parte sale de mi bolsillo y que más que para tratar eventos adversos prevenibles me gustaría que se dedicase a otros menesteres más provechosos.

La Notificación de Efectos Adveros (NEA) puede se de extrema utilidad en diferentes facetas:

 

 

En primer lugar, implementar un sistema de Notificación de Eventos Adversos  implica que las instituciones determinan que eventos adversos son inaceptables dentro del proceso de atención de salud y que para ello se dotan de recursos humanos en cantidad y en formación adecuada para evitarlos, de recursos materiales y organizativos para minimizar su ocurrencia y que ponen en marcha dinámicas para a la monitorización y seguimiento continuado de estos eventos adversos.

“Las excusas de no tener datos acerca de la  incidencia de Eventos Adversos son muchas, pero las consecuencias de no tenerlos pueden ser nefastas.”

 

La Notificación de Efectos Adversos es básica para poder determinar la incidencia y tener información en tiempo real de la misma, no sólo con finalidades estadísticas, si no que sobre todo para poder actuar cuanto antes. Trabajar solo con datos de prevalencia de Efectos Adversos es hoy en día totalmente inadmisible e implica actuar (cuando se decide actuar) a toro pasado con lo que la probabilidad de que los éstos se vayan presentado de nuevo es muy elevada y continúa teniendo un gran impacto en quienes los sufren. Las excusas de no tener incidencia de Efectos Adversos son muchas, pero las consecuencias de no tener datos de los mismos pueden ser nefastas.

Si además de establecer la ocurrencia de Efectos Adversos se procede al análisis de los mismos, los informes de los mismos van a ser un instrumento de enorme utilidad para que las instituciones y los profesionales que trabajan en ellas identifiquen en qué se han equivocado y qué pueden mejorar para que éstos no vuelvan a repetirse. Este proceso nos lleva a la génesis de conocimiento institucional y en no pocos casos de conocimiento científico, para ayudar tanto a nivel interno como a nivel externo de la institución a que los Efectos Adversos se reduzcan al mínimo imprescindible aportando una valiosa información para configurar entornos de práctica segura de la atención de salud basada en la mejor evidencia disponible.

Recientemente se ha publicado por parte del Ministerio de Sanidad de España el documento Recomendaciones para el Análisis de los incidentes de seguridad del paciente con daño (eventos adversos). Cuestiones metodológicas y legales, dónde se pueden consultar una serie de recomendaciones acerca de la notificación de efectos adversos por parte de un comité de expertos en el que quienes estén interesados pueden obtener más información.

“En la práctica, quienes tienen que prevenir son quienes tienen que tratar, por lo que en una concepción dinámica e integral del proceso de atención de salud tiene una especial relevancia que ante  los Eventos Adversos tras su indeseada aparición se mitigue su efecto y se disminuya al máximo el sufrimiento de quienes los padecen.”

 

De todas maneras, una visión más amplia y realista de la Seguridad del Paciente nos permite relacionar la causalidad de los Efectos Adversos con su prevención y su abordaje, circunstancias que en la práctica real están íntimamente interrelacionadas. Así la Notificación de Efectos Adversos y la elaboración de informes sobre los mismos puede aportar información muy útil acerca de otras dimensiones como evaluar:

  • La idoneidad de los protocolos de prevención, así como el cumplimiento de los mismos, ya que de nada sirve un protocolo si no cumple los objetivos para los que está diseñado  y si no  se cumple.
  • La correcta dotación, capacitación,  formación y soporte  a  los recursos humanos (formación, dotación, soporte)
  • Así como  la idoneidad, dotación, buen estado  y correcta utilización de los recursos materiales  necesarios para prevenir los Eventos Adversos.

El abordaje de los Eventos Adversos implica también hablar de su tratamiento, aquí ya no estamos hablando de Seguridad del Paciente en sentido estricto, pero en la práctica, quienes tienen que prevenir son quienes tienen que tratar, por lo que en una concepción dinámica e integral del proceso de atención de salud, y más en el caso de los eventos adversos relacionados con la integridad cutánea, tiene una especial relevancia que tras su indeseada aparición se mitigue su efecto y se disminuya al máximo el sufrimiento de quienes los padecen. La identificación y tratamiento precoz de los mismos es fundamental amén de su óptimo tratamiento. Obviamente analizar dicho proceso puede dar pistas para optimizar acciones tanto de prevención como de tratamiento.

En último lugar, ¡¡y no por ello menos importante¡¡, destacar que la Seguridad del Paciente tiene costes, importantes costes, y que mediante la Notificación de Efectos Adversos, la elaboración de los informes de los mismos y el análisis y evaluación de su abordaje, se puede determinar el coste económico, institucional y personal de un episodio de efectos adversos; disponer de datos acerca del coste de los efectos adversos sin lugar a dudas va a portar importantes argumentos para justificar y evaluar las inversiones en la prevención de los mismos y el desarrollo de una Cultura de Seguridad.

 Y volvemos al principio, ” ignorar o tener una actitud de postureo ante la Seguridad del Paciente puede ser a corto plazo barato, pero a medio y largo plazo les aseguro que puede ser tremendamente caro  en términos económicos y de posibles demandas legales, además de en variables tanto o más importantes como la salud y la calidad de vida de los usuarios del Sistema de Salud, como en el riesgo de  impactar de lleno en los profesionales de la salud, las instituciones y el propio Sistema de salud como parte integrante de la sociedad.”

 

Joan-Enric Torra i Bou

 

 

Enviar respuesta