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Uno de los elementos clave en la Seguridad del paciente es tener información acerca la aparición  de nuevos eventos adversos, es decir de su incidencia, termino que no es sinónimo de ocurrencia, (término general  que en epidemiología describe la frecuencia de una enfermedad u otro atributo o evento en una población sin hacer distinción entre incidencia y prevalencia) (1).
Es por ello que aprovecho cualquier ocasión en las actividades docentes que hago acerca de la Seguridad del Paciente y la  integridad cutánea para resaltar la importancia de disponer de indicadores epidemiológicos que nos permitan, en un tiempo lo más corto posible, saber como evolucionan nuestros indicadores, para  poniendo el ejemplo de las lesiones por presión (LPP) y utilizando términos epidemiológicos,  saber si nos encontramos ante un “brote” o una “epidemia” de las mismas y poder actuar lo antes posible para poder atajar estos brotes o epidemias, y sobre todo, evitar sufrimientos innecesarios por problemas de salud prevenibles en los pacientes que nos confían su salud en cualquier escenario del Sistema de Salud.

 

La sorpresa es mayúscula cuando muchos profesionales manifiestan que no tienen tiempo para calcular la incidencia y que en sus instituciones se remiten a calcular la prevalencia una, dos o tres veces al año…..Es decir, que hacen, mejor dicho, pretenden hacer, Seguridad del Paciente sin saber si tienen eventos adversos. ¡Vaya (mala) ocurrencia¡ 

 

Hace casi un año analizábamos en un post la utilidad de los indicadores epidemiológicos en la Seguridad del Paciente y veíamos las limitaciones del indicador más común y frecuente en nuestro Sistema de Salud, la prevalencia.
Centrarse exclusivamente en datos de prevalencia, es en Seguridad del Paciente hacer las cosas tarde y mal, tarde por que nos limita tomar decisiones cuanto antes posible para mitigar futuro sufrimiento a los pacientes, y mal por que la prevalencia en algunos problemas como las lesiones por presión y otros eventos adversos relacionados con la integridad cutánea (p.e, DAI, desgarros cutáneos y otras lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia) no nos aporta información acerca de si dichos problemas se han ocasionado con motivo o durante el cuidado de estos pacientes en un determinado escenario asistencial  (p.e., ingreso, intervención quirúrgica, utilización de un dispositivo clínico, ingreso en un programa de atención domiciliaria) o bien se trata de una condición que ya presentaba el paciente en el momento de su ingreso y que no es atribuible a los cuidados que ha recibido el paciente durante su ingreso.
La Seguridad del Paciente implica conocer cuanto antes los eventos adversos que ocurren, analizarlos cuando estos ocurren, y en un Sistema de Salud en constante evolución y con múltiples factores humanos, estructurales y tecnológicos que lo pueden afectar, poder anteponernos a futuros o presentes riesgos y actuar en consecuencia.

¿Es difícil integrar los datos de incidencia de LPP y otros EA relacionados con la integridad cutánea en el cuadro de mando de la Seguridad del paciente en una institución?

La respuesta es NO. Además de voluntad sólo se requieren cuatro requisitos:
  • Una cultura de la Seguridad del Paciente en las instituciones que prioricen y conviertan en hechos y no en palabras o postureos a la Seguridad del Paciente y que le destine los recursos humanos, materiales y organizativos necesarios.
  • Un Sistema, o en el caso de España, 17 sistemas de Salud, que aseguren y garanticen que todas las instituciones de salud priorizan la Seguridad del Paciente, y que obviamente dediquen los recursos necesarios para ello.
  • Profesionales que sepan identificar las LPP y otros problemas de salud evitables relacionados con la integridad cutánea y que sean honestos en asumir sus errores y notificarlos como tal, y que tengan una actitud positiva a aprender y tomar decisiones a partir de sus errores.
  • Y cuatro, integrar los eventos adversos en los registros asistenciales. informatizados para poder calcular en tiempo real la incidencia acumulada , por ejemplo, número de pacientes que han ingresado en una unidad y han desarrollado al menos una nueva LPP, o bien, la densidad o tasa de incidencia, es decir, por ejemplo, número de pacientes que han desarrollado una nueva LPP al utilizar un determinado dispositivo clínico dividido por el número total de días de utilización de este dispositivo por parte del grupo de pacientes que lo utilizan.
Insisto, sin tener datos de incidencia lo más cercanos al tiempo real, no podemos hablar de Seguridad del Paciente, desconocemos si se producen o no Eventos Adversos, y con ello, corremos el riesgo de que estos se perpetúen y que potencialmente causen graves daños a quienes los sufren en sus carnes, a los profesionales involucrados en los mismos, a las instituciones y al Sistema de salud y a toda la sociedad.

 

Volviendo al título del presente post, la Seguridad del paciente sin tener datos de incidencia, es una  mala ocurrencia qué nos puede salir muy cara a todos que el Sistema de Salud no puede ni debe permitir.

 

Joan Enric Torra-Bou
(Si alguien quiere hacer un comentario o sugerencia puede hacerlo más bajo)

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