Hola a tod@s, con el permiso de la Dra. Caroline Fife, una renombrada médico especialista en heridas estadounidense (Directora médica de Intellicure Inc, directora ejecutiva del US Wound Registry y editora de “Today’s Wound Clinic”), a quien agradezco su amabilidad y predisposición, comparto con todos vosotros la traducción al castellano de un post que publicó en su interesante blog sobre heridas, 10 things my husband battle with dementia taught me (10 cosas que me enseñó la batalla de mi marido contra la demencia) que estoy convencido que puede ser de gran utilidad para muchas personas. En dicho post la Dra Fife comparte de manera abierta y muy valiente la experiencia vivida con su marido quién sufrió una demencia.
¡¡Muchas gracias Caroline por compartir¡¡
Seguro que las lecciones que surgen del post son de utilidad a muchos cuidadores y profesionales quienes en su día a día atienden a personas con demencia.
El viaje de 10 años de mi marido con la demencia terminó hace varios años, pero casi cada semana descubro a otro amigo o colega que se ha embarcado en el largo adiós. No puedo pretender dar consejos a nadie, pero he aquí algunas cosas que aprendí de la batalla de mi marido contra la demencia:
- Desarrolla una actitud de agradecimiento. Empieza cada día enumerando al menos 3 cosas por las que estás agradecido.
- Estar presente en el momento. Me di cuenta de la frecuencia con la que me distraía mentalmente durante una conversación. Aprecia cada intercambio coherente. Saborea el momento presente.
- Deja de centrarte en ti misma. Mi marido estaba angustiado por su creciente pérdida de capacidad, pero yo estaba egoístamente centrada en mis propios sentimientos. Quería recuperar a mi cónyuge, mi vida, mi nivel de vida, etc. Me di cuenta, para mi horror, de que la mayor parte de mi dolor se centraba en cómo la demencia de mi marido me afectaba a mí y no a él.
- Busca la “bondad colateral” (1). Mis hijos tenían 14 y 17 años cuando se diagnosticó la demencia de mi marido. Cuando mi marido murió, ya eran adultos maduros de 24 y 27 años. Lamento que sus jóvenes vidas estuvieran definidas por el progresivo deterioro de la mente de su padre, pero eso les ha hecho más resistentes que sus compañeros. Mi hija, que antes era frágil mentalmente, resistió el aislamiento de COVID-19 en su lejana universidad y ayudó a otros a ganar perspectiva. Cuando mi hijo se fue a la instrucción militar, sintió pena por los jóvenes que lloraban en sus literas por la noche. A diferencia de ellos, el entrenamiento básico no era lo más duro que había tenido que afrontar.
- Reconecta con tu fe religiosa o encuéntrala. Si crees que Dios te ha escogido a ti para sufrir, es que no has visto las noticias ni has leído nada de historia. Descubrirás que Dios es real cuando tus propias fuerzas fallen.
- Recuerda que estás enseñando a tus hijos a manejar las dificultades de la vida, aunque ya sean mayores. Cuando mi madre tenía 70 años, era el ejemplo perfecto de una cuidadora cariñosa, devota y completamente inflexible. Yo tenía 40 años cuando ella me enseñó a comportarme ante esa prueba. Cuando me llegó el turno, quise que mis hijos aprendieran de mí que no hay que renunciar sólo porque la vida se ponga difícil.
- Mantén el sentido del humor. Mi marido vio la película “Buscando a Dory” por primera vez en tres ocasiones diferentes, y la disfrutó de nuevo cada vez. Durante varios años, viví dentro de las películas “Buscando a Dory” y “Cincuenta primeras citas”. Ríete cuando puedas.
- No te tomes como algo personal lo que diga un demente. Su ser querido, como Elvis, ya ha abandonado el edificio.
- Hazte un examen físico anual. No vas a poder ir al gimnasio, tomar vacaciones o tener tiempo para ti. Supéralo. Sin embargo, al menos hazte un chequeo anual. Yo desarrollé anemia perniciosa y tiroiditis de Hashimoto, ambas fáciles de diagnosticar y de solucionar si me hubiera hecho un análisis de sangre. Mi capacidad de adaptación habría sido mucho mejor si no hubiera estado tan cansada y sin aliento. Haz lo que puedas para cuidarte.
- Lo más importante es que CONTROLES TUS PENSAMIENTOS. Esta es una batalla de toda la vida para mí y aunque no siempre tengo éxito, es una batalla que hay que librar. Nuestros pensamientos controlan nuestros sentimientos – no al revés. Si un pensamiento comienza con: “No creo que pueda [……….rellenar el espacio en blanco]”, DETENTE ahí mismo porque si no crees que puedes hacer algo, no podrás hacerlo. Sí, todavía tengo la tentación de mirar las décadas que se avecinan y preocuparme por “soportarlas” en lugar de disfrutarlas. Entonces me recuerdo a mí misma que todas las batallas se ganan o se pierden primero en la mente. No puedes controlar lo que te ocurre, sólo cómo reaccionas ante ello. Tu ser querido está perdiendo el control de su mente, así que será mejor que mejores el control de la tuya.
Recuerda que llegará el día en que tu ser querido con demencia ya no estará atormentado por el pasado ni preocupado por el futuro. Vivirá sólo en el presente y si está a gusto en el presente, eso es lo único que importa. Si son infelices en algún momento, no lo recordarán. Somos nosotros los que llevamos la carga de las penas pasadas y los miedos futuros. En ese sentido, los dementes son dignos de envidia. Descubrí que el verdadero campo de batalla de la demencia estaba en mi propia mente.”
Libros que me ayudaron (ambos se pueden encontrar en Amazon):
- Winning the War in your Mind, de Craig Groeschel.
- Battlefield of the Mind, de Joyce Meyer.
Caroline Fife, M.D
Traductor: Joan Enric Torra i Bou
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