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Hablamos con Javier Soldevilla, que nos indica que lo presentemos como “enfermero o enfermera y me cabe por honor hoy, como Director del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP), una familia que reúne a más siete mil profesionales de la salud de nuestro país y de otros del entorno de América Latina, principalmente.”

Javier, ¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional en unas breves líneas?

Javier Soldevilla

Dr. J.Javier Soldevilla 

A nivel académico relatar sucintamente que estudié Enfermería en Logroño entre 1981 y 1984, posteriormente la licenciatura de Antropología Social y Cultural (en la Universidad del País Vasco), un Grado Superior y Master en Gerontología en la Universidad de Santiago de Compostela, en cuya universidad también me Doctoré en 2007. He trabajado en este tiempo y durante dos décadas en el Servicio de Geriatría del Hospital de La Rioja, otros más de diez años en el servicio de Infecciosas del Hospital San Pedro en Logroño y los últimos cinco años largos en un consultorio rural en el pueblo de Ausejo, dependiente del Centro de Salud de MurilloServicio Riojano de Salud– en La Rioja.

Por orlar esta sinopsis, destacar que soy Especialista en Enfermería Geriátrica, fundador y presidente durante diecisiete años de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG), Director desde 1994 del GNEAUPP al igual que editor de la revista Gerokomos y Vicepresidente de la Sociedad Iberolatinoaemricana sobre Ulceras y Heridas (SILAUHE) desde 2008.

Siento lo elongado de lo que pretendía ser una breve reseña, pero los años hacen que también las líneas, se vayan sumando.

¿Cómo ves la situación de la prevención de las lesiones por presión en España?

La mirada de estas casi tres décadas desde el nacimiento de nuestro GNEAUPP desvela, a pesar de algunos episodios de justificado desánimo, un cambio notorio, generalizado, implicativo, de políticas institucionales de prevención, de conocimiento e interiorización de estas acciones preventivas por parte de los profesionales, de una visibilidad mayor –aunque todavía no suficiente- de un problema de Salud Pública, eminentemente prevenible como son las lesiones por presión y otras LCRD. Aunque quizá la implicación cotidiana en esta “batalla” nos pueda obstaculizar ver con amplitud y objetividad esta evolución, afortunadamente los cambios han sido importantes, significativos, eficaces y en esa línea hay que continuar sin bajar la guardia.

“No todas las lesiones son iguales ni fruto de las mismas causas y por ello requieren de un abordaje enteramente distinto, que comienza con un diagnóstico preciso.” 

 

¿A qué retos se enfrenta la prevención de las lesiones por presión en España?

Creo que, a los mismos, con menor intensidad, que siempre. A revalorizar a través del conocimiento en primera instancia, la gravedad de estas lesiones en cuanto a complicaciones en términos de salud y calidad de vida, a desterrar el eterno y a menudo interesado credo, de su inevitabilidad, a armonizar las recompensas personales e institucionales por la evitación de estas lesiones. Un programa que requiere la participación de todos los integrantes del equipo de cuidados y de la organización sanitaria, socio-sanitaria o familiar. Es una guerra que se libra todos y cada uno de los días, sin descanso y que se retroalimenta negativamente solo cuando se produce una lesión ya de forma irreversible. La fortaleza, la constancia, el conocimiento de las fórmulas de prevención sostienen este edificio, amenazado a menudo por considerarlos procesos menores, secundarios, que afectan a los más débiles de nuestra Sociedad, que dan “poco honor” y mucho trabajo.

¿Crees que el concepto lesiones por presión se nos ha quedado pequeño?

Sin duda. Con el ánimo de poder proponer una atención preventiva y terapéutica adecuada, desde hace ya más de una década propusimos un nuevo concepto, el de Lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia, que engloba a las tradicionales lesiones por presión, donde es ésta la causa responsable del daño, o en combinación con la cizalla, pero que revela a otros agentes causales con entidad propia, como la humedad, la fricción-roce o los traumatismos generadores de desgarros cutáneos y sus posibles combinaciones, como fuente de numerosas y distintas heridas, que generalizadamente se consideraban, registraban y trataban como lesiones por presión, cuando no lo eran. Este modelo conceptual, esta nueva nomenclatura, abre un escenario, como indicaba, de mayor precisión en tareas preventivas y curativas. No todas las lesiones son iguales ni fruto de las mismas causas y por ello requieren de un abordaje enteramente distinto, que comienza con un diagnóstico preciso.   

¿Crees que, en España, y en los diferentes servicios regionales de salud, hay políticas de seguridad del paciente sobre lesiones por presión claras y decididas?

Al igual que ante la anterior cuestión comenzaba con una afirmación rotunda, lamentablemente ante ésta, mi respuesta es casi enteramente contraria. Lo extraordinario es que en planes y políticas de salud de nuestras distintas Comunidades Autónomas, aparezcan expresamente citadas estas lesiones, cuando nadie duda -insisto- de su relevancia en términos de fracaso de la protección del individuo, de la severidad de sus complicaciones –ignoradas u ocultadas- y, especialmente, de la capacidad de evitar casi la totalidad de ellas, en todos los contextos e instancias. Casi me atrevería a decir que fugazmente apareció el problema de salud: úlceras por presión vinculadas a la pérdida de calidad de vida en un periodo cuadrienal y en una Región y en la primera Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud a nivel estatal del reciente año 2016 ( “Objetivo general 2.4: Promover la implantación de prácticas seguras en los cuidados de los pacientes”), pero su trasposición verdadera, con planes mesurables, presupuesto y acciones concretas, siguen apenas no pasando de lo simbólico. ¿Será por tratarse de procesos de segunda, a menudo en personas de tercera? Esta cuestión mantra, que me habrán oído manejar desde hace décadas, todavía tristemente no se ha desvanecido con pruebas.

¿Crees que en Seguridad del Paciente, solo abordar las lesiones por presión cubre las expectativas de la integridad cutánea?, en caso negativo, ¿Qué otros problemas añadirías?

No. Ya hemos comenzado a remediar esta miopía, ampliando el concepto de lesiones por presión a lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia, que llega a integrar hasta diez diferentes tipos de lesiones de piel, con la reciente incorporación en el modelo de los desgarros cutáneos o laceraciones, que, como el resto, por su omnipresencia y minusvaloración, disfruta de elevadas cotas de prevenibilidad. Quizá mi inmediata ambición se vería satisfecha si la seguridad del paciente se detuviera en este gran grupo. No descarto que pudiéramos sumar más elementos, pero paso a paso. Integrar y despegar con directrices para garantizar la no aparición de éstos, ojalá se consumen en los próximos años.

¿Crees que los cuidados de los pacientes con heridas en España son seguros?

Lo que claramente no es seguro todavía es la evitación de estas lesiones. Una vez presentes y salvando algunos escenarios concretos en todos los contextos asistenciales, la atención, su cuidado, la considero segura. Los profesionales, a menudo más que las instituciones, lo hacen seguro. Quedan mejoras rotundas siempre encadenadas a la formación, que rompan las cadenas del “siempre se ha hecho así” y den paso a la era de la evidencia científica, al arsenal de material disponible (seguro y contrastado), también a la implicación de todos en esta “conquista”, al orgullo de todos los que velamos por su prevención y su atajo.

En caso negativo, ¿Cómo podría mejorar la seguridad de los cuidados de pacientes con heridas en España?

Como decía, quiero pensar que todo el cortejo de cuidados de pacientes con heridas a mi juicio lo podemos declarar mayoritariamente seguros, no tanto en términos de prevención. No obstante, siempre se pude y debe mejorar, con más implicación de responsables sanitarios, sociales, con inversiones ante problemas como éste, minusvalorados y de toda la ciudadanía con exigencia expresa de esas garantías en la calidad de la atención, preventiva y curativa en las Instituciones, en las residencias de mayores, en el domicilio. Las LCRD son un atentado contra la seguridad del paciente que es necesario desterrar de nuestra cotidianeidad y de nuestra consentida aceptación. Ya es tiempo de esa rebelión. Este espacio es una tribuna magnífica y plausible para mejorar esta situación.

A modo de resumen, ¿Cuáles son en tu opinión las principales amenazas a la Seguridad del Paciente en lesiones por presión y otros problemas relacionados con la integridad cutánea en España?

El descrédito de las lesiones –talladas como poco importantes, daños colaterales…, de los pacientes que las sufren – dicho está, mayores muy mayores, inmovilizados…, de los profesionales empeñados en su mejoría, especie de ilusos que trabajan a menudo solos sobre un barro viejo y mellado, en procesos que dan poca gloria, muchas veces nadando contracorriente, anhelantes de lugares específicos desde donde hacerlo, con un reconocimiento académico y organizativo negado todavía a la gran mayoría.

Identificados los escollos, tenemos muchos retos y seguro oportunidades para salvarlos y revertirlos, y por ello vamos a seguir trabajando.

Gracias por la oportunidad de compartir mis sentimientos con esta gran “voz” en su primer aniversario y con todos los centenares de lectores.

Un abrazo y felicidades por esta gran contribución “para la causa”.

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